La Habana, 20 jul (PL) El recrudecimiento de las acciones subversivas de Estados Unidos y sus principales aliados contra Venezuela en los últimos meses, forma parte de una fase superior -y desesperada- en la guerra contra el Gobierno bolivariano.
El presidente Nicolás Maduro, en medio de los preparativos para la elección de la Asamblea Constituyente el 30 de julio, dejó claro esta semana que el pueblo venezolano resistirá las pretensiones de Washington, junto a la Fuerza Armada Nacional y las agrupaciones políticas que apoyan al proceso revolucionario.
Para hoy los sectores más recalcitrantes de la oposición, convocaron a un paro cívico nacional, un paso peligroso utilizado por la CIA y elementos reaccionarios en el pasado en otras naciones, como en el caso del golpe de estado en Chile en 1973.
La derecha anunció un aumento de las protestas o el paro por 24 horas, lo que expertos estiman la antesala de una espiral de violencia, aupada desde los grupos de poder norteamericanos, que es imposible pronosticar cómo terminará, a pesar de la prudencia mostrada por las autoridades oficiales.
Por su parte, Maduro y otros dirigentes gubernamentales reiteraron la voluntad de continuar en la búsqueda de la paz y la concordia mediante un diálogo nacional.
Sin embargo, después de poner en máxima tensión los factores clave que intervienen en la desestabilización de esa nación suramericana, apenas quedan las más peligrosas en la lista de opciones del presidente estadounidense, Donad Trump: un conjunto de fuertes sanciones económicas, con las cuales Estados Unidos pretende dar el tiro de gracia al Gobierno de Caracas.
En declaraciones a la agencia noticiosa France Press (AFP) el especialista Geoff Thale, del grupo Washington Office on Latin America (WOLA), con sede en la capital norteamericana, dijo sentirse «muy escéptico» sobre la posible efectividad de las medidas punitivas unilaterales de Estados Unidos sean eficaces.
Es más probable que hagan sentir al gobierno que no tiene otra opción que resistir y ofrecen al gobierno un grito nacionalista contra Estados Unidos, acotó Thale.
Medidas de ese tipo se impondrían poco antes de ordenar una agresión militar con el empleo de fuerzas de «pacificación» conformadas por naciones subordinadas a la Casa Blanca y bajo la dirección operativa del Comando Sur.
Aunque en ningún momento puede descartarse una intervención bélica, expertos en el tema aseguran que esta parece ser la última de las opciones en la mesa de Trump, por el peligro de un fracaso de grandes proporciones, frente a la resistencia de ese país y la solidaridad internacional.
Tras la «preparación artillera» de los últimos meses, con declaraciones y acciones desestabilizadoras del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro y de varios gobiernos y figuras políticas de derecha, ya poco les queda por hacer en el plano mediático.
Estos factores anti-venezolanos actúan bajo la dirección del Departamento de Estado y la comunidad de inteligencia norteamericana, entidades que, según expertos, implementan en un plan subversivo único para destruir el proyecto revolucionario en la nación suramericana.
El incremento de las acciones criminales de los grupos violentos dirigidos por la Mesa de la Unidad Democrática bajo el paraguas de la Casa Blanca y la reacción continental y europea, intentan crear una imagen de caos total en Venezuela.
Ese conjunto de iniciativas intenta disminuir a toda costa la base popular con que cuenta el presidente Maduro, estimulando el descontento a niveles que sean insoportables para su Administración.
La Circular de Entrenamiento TC-18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) de Pentágono, publicada en noviembre de 2010 bajo el título «La Guerra no Convencional (GNC)», ilustra de alguna manera cómo se desarrollan los procesos subversivos contra naciones que no obedecen los dictados de Washington.
La TC-18-01 establece que «los esfuerzos de Estados Unidos (…) están dirigidos a explotar las vulnerabilidades psicológicas, económicas y políticas de un país adversario, para desarrollar y sostener las fuerzas de la resistencia y cumplir los objetivos estratégicos norteamericanos».
La conformación de un «expediente» del país, en el que se aglutinen las falsas denuncias sobre abusos y atropellos, supuestas vejaciones y actos represivos contra los opositores, es uno de los objetivos de los agresores.
Expertos en el tema señalan que estos planes desestabilizadores de Estados Unidos no se basan en planes adoptados al azar ni por iniciativa de uno u otro asesor en el Consejo de Seguridad Nacional, la DIA o la CIA, aunque estos pueden influir en algunos aspectos de su desarrollo.
Los documentos rectores disponibles públicamente en las páginas digitales de las agencias federales establecen normativas generales para estas y otras actividades contra gobiernos que Washington considera hostiles.
En esta tarea desempeñan un papel clave las llamadas Operaciones de Información (OI), instrumentadas en varios reglamentos y manuales de las fuerzas armadas estadounidenses como directrices para manipular la opinión pública.
Según la Publicación Conjunta 3-13 del Departamento de Defensa, las OI tienen como objetivo influir, desestabilizar, corromper o usurpar el comportamiento humano y se realizan para afectar los sistemas informativos del adversario e influir en las opiniones de las personas a las que se dirigen.
Con el fin de lograr tales objetivos la Casa Blanca utiliza incluso firmas privadas y especialistas a título individual como parte de las acciones de apoyo a la GNC.
De cualquier manera, los enemigos del proceso iniciado por el comandante Hugo Chávez declaran abiertamente que no se detendrán hasta llegar a meta final, que es el derrocamiento del Gobierno bolivariano.
Sin embargo, como reiteran los líderes venezolanos, las fuerzas armadas, el pueblo y las agrupaciones aliadas al proyecto revolucionario, se preparan para la peor de las opciones, actitud que no siempre se tienen en cuenta en las valoraciones del Pentágono y de la Comunidad de Inteligencia.
EE.UU. vs Venezuela: los límites de la Guerra No Convencional
Por Roberto García Hernández